Cuentos de gente que lee demasiado

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miércoles, diciembre 27, 2006
La cinta de Möbius. Capítulo 2. El deber
Unos ojos cristalinos de un color verde oscuro miraban la escena, como ajenos a lo que sucedía. Estaban ligeramente humedecidos por el cansancio. Llevaban muchas horas abiertos, y costaba negarles el descanso que se habían ganado en las últimas horas. Detrás de esos ojos descansaba en la mente la imagen de una mujer de corta melena, algo difuminada por la distancia y el recuerdo. Una voz hizo desaparecer dicha imagen, y el dibujo de una sala oscura con grandes focos iluminando parcialmente la estancia se acomodó allí sin pedirle permiso ni perdón a la ya desvanecida ilusión de aquél femenino rostro. La imagen de la sala poblada de gente de hastiados rostros había llegado para quedarse. Ya ni siquiera podía oír aquella dulce brisa ficticia en su mente. Todo lo que podía oír ahora era el suave pero molesto resonar de los ventiladores de contención de aquella sala.

— ¡Jack! ¿Me estás escuchando? ¡Por Dios, es algo serio! — fueron las palabras que bastaron para desterrar la imagen de Max, y reemplazarla rápidamente por la dura realidad.

Jack asintió con desgana, y se recostó de nuevo sobre su asiento. Asientos de cuero negros, la última moda retro. Antiguos pero cómodos y elegantes, poblaban las salas importantes de reuniones. Mucho más cómodos que aquella mierda de taburetes de plasticglass que gastaban las salas convencionales. Pero ahora preferiría estar con el culo dolorido en una sala cualquiera de aquellas a donde estaba ahora mismo. Sillas cómodas para situaciones incómodas, solían decir. Ahora que Max regresaba, después de tanto tiempo, ahora él tenía que partir a un entrenamiento intensivo para una misión especial de prioridad A-3.

— Acabemos cuanto antes con toda esta mierda, chicos — exclamó alguien por el fondo de la sala — Todos tenemos ganas de irnos a casa cuanto antes...
— Antes de dejarla de nuevo — completaron su frase por otra parte de su sala, reflejando todo lo que tenían en mente.
— Está bien, chicos. Centrémonos. Os están dando una misión muy importante, y sabéis que no os la darían a vosotros si no fuera imprescindible que lo hiciérais vosotros mismos en persona. ¡Joder! No hace falta que yo os diga estas cosas. Sabéis que sois los mejores. Sabéis que ellos saben que sois los mejores. Y sabéis que éste es el duro precio de ser el mejor. Y sabéis que ellos lo saben. No podemos hacer otra cosa que ser los mejores, y se nos da muy bien. Y esperemos que merezca la pena, o cuando volvamos a que nos entreguen otra medallita se la meteremos por el culo — comentó Jack desde su silla, incorporándose con desgana, mientras se rascaba una oreja.
— El capitán tiene razón, chicos. Aún no sabemos qué tenemos que hacer en la misión — respondió Daniels, cruzándose las manos tras la cabeza, y meciendo su cuerpo lentamente, disfrutando de la comodidad de aquellos asientos, saboreando la parte buena de todas aquellas misiones, intentando cobrar por adelantado una gloria que, quizás, no podría volver para cobrarse.
— Vamos chicos, en principio es sólo un entrenamiento intensivo. Si vamos nosotros es porque nadie más puede prepararse en el tiempo que hay. Es una mierda, lo sé. Nos están jodiendo a base de bien, a mí el que más, creedme. Pero todos sabíamos que estas mierdas de misiones te las ponen cuando más pueden joderte, y todos lo aceptamos cuando ingresamos en este escuadrón. Y ahora toca demostrar por qué somos parte de este escuadrón y no estamos en otro, y que nos merecemos estar aquí. Así que dejad de lloriquear, y vayamos a dormir. Mañana tendremos que partir hacia allí arriba a los laboratorios cobayas, y no sabremos cuándo podremos volver aquí abajo — esta vez, Jack tuvo que levantarse de la silla para que todos le tomaran con la suficiente seriedad como para dejar de hacer comentarios, y se marchó en silencio de la habitación, tras ponerse la gorra que denotaba su rango.

Sus pasos resonaban por el angosto pasillo, de acolchadas paredes y reluciente suelo, iluminado de manera casi cegadora por grandes luces a cada lado, dando una sensación de irrealidad que le molestaba. ¿Por qué todo tenía que parecer tan sintético? Mientras avanzaba, la imagen desterrada recuperó su lugar en la mente. ¿Y qué le diría a ella ahora, después de haber estado tanto tiempo insistiéndole? Dejó salir un suspiro, mezcla de agotamiento y resignación, y aceleró el paso.
Escrito por antemil @ 12:20 a. m.  
7 Comentarios:
  • A las 11:45, Blogger Miauz dijo…

    Gracias por seguir con la historia, ya pensé que se moría :)

    Por otra parte... te lo he dicho muchas veces, demasiado recargado para mi gusto. Las descripciones se pueden cortar con cuchillo y tenedor :P

    Ahms, y veo que la conjugación del verbo saber la dominas.

     
  • A las 11:57, Blogger Ferguson dijo…

    Oye, te ha quedado bastante molón. Parece que es un best-seller de esos que tanto me gustan, con frases como "meter la medallita por el culo" y el uso de la palabra "mierda" gratuitamente.

    En serio, te ha quedado chulo ; )

     
  • A las 18:22, Blogger Miauz dijo…

    Ahora que esto vuelve a estar vivo, se me ha ocurrido una idea para que no vuelva a morir y para solucionar el problema de la coherencia.
    Podemos hacer que el que piensa la historia y la inicia escriba algo más a menudo, dando siempre margen al resto para que la continúen...

    ¿Qué os parece?

     
  • A las 18:34, Anonymous Anónimo dijo…

    Me he perdido. Jack es tio o tia? En el primer capítulo había entendido que era una tía y estaba con Max. Por favor, aclaradme.

     
  • A las 21:32, Blogger Miauz dijo…

    athenea: Max es una chica y Jack es su marido, un chico. El nombre de la chica está elegido de manera andrógina a posta.

     
  • A las 09:09, Anonymous Anónimo dijo…

    Sí, ya me lo explicó Quique ayer.. si es que no me entero, qué desastre!

     
  • A las 13:13, Blogger Ferguson dijo…

    Coño, que bonito el template!

     
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