Cuentos de gente que lee demasiado

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Reglas Generales
  • Todo el mundo es libre de modificar la plantilla, siempre que guarde (en la cabeza o en un txt) un backup de la versión previa por si la opinión de la gente es contraria al cambio.
  • Se puede añadir a gente como escritores, pero tampoco hay que saturar esto... y sería conveniente que fuera un consenso, que se opine entre todos y eso,... salvo los usuarios iniciales que ya sabeis todos quienes son.
  • NO vale dar un golpe de estado, quitar los privilegios del resto de los participantes e implantar una dictadura.
  • Nadie intentará sacar beneficios económicos del blog sin compartirlos con el resto (el Adsense ese, vamos).
Reglas de los mensajes
  • Cada post es un capítulo. En el título se pone el nombre de la historia y el número del capítulo (y un nombre del capítulo opcionalmente).
  • Sólo la persona que escribe un capítulo lo puede modificar, indicando (con colores) las modificaciones. El resto puede sugerir cambios en los comentarios del capítulo.
  • El siguiente por escribir lo solicitará en los comentarios del capítulo actual.
  • El turno de escritura debe ser cada uno un capítulo hasta el final del grupo de gente y vuelta a empezar si fuera necesario, round robin de ese. Si alguien no quiere escribir, que lo indique claramente y su turno pasará al siguiente.
  • Cada capítulo tiene que intentar seguir la trama del anterior y, excepto el último, dejar abierto el final para que se pueda continuar
  • Se indicará el último capítulo por parte del escritor del mismo.
Reglas de los Comentarios
  • Serán constructivos.... bueno, unos poquitos destructivos también :D
  • No se usará friki como insulto.
  • Los podrá hacer cualquier persona que lea esto, así que decidle a la gente que nos sindique.
  • No atacarán al escritor personalmente, sino a su obra.
viernes, junio 30, 2006
El fin del crepúsculo. Capítulo 3. Confusión
La miré de nuevo, intentando recordar cómo era ella antes de hoy, en mi memoria. Sí, era ella. Muy cambiada, pero era ella. O, al menos, la nueva Marta escondía algo de la Marta de antaño en su interior. Era obvio que la sonrisa aniñada se había perdido en el tiempo, y en ese momento deseé con todas mis fuerzas que, aunque sólo fuera cuando nadie la observara, fuera capaz de volver a sonreír. Sus ojos estaban humedecidos, le brillaban las mejillas con la tenue luz que proporcionaba la pequeña vela que titilaba junto a mis flores demacradas. Sabía que no debía decirle nada al respecto, siempre fue muy orgullosa y jamás admitiría que había estado llorando. Al menos no lo admitiría delante de mí.

Mientras el silencio nos envolvía, me sentí otra vez culpable. Ahora estaba completamente convencido de que ese psicólogo fue una pérdida de tiempo. Esa estúpida sensación nuevamente. ¿Es que no podía dejarme en paz? ¿Por qué tenía que sentirme responsable de la pesadilla que me atormentaba por las noches? Esos ojos espectantes que aguardaban una reacción me inquietaban. Sentía cómo me condenaban desde lo más profundo de su ser... ¿o era yo el que me condenaba en su mirada? Giré la cabeza para observar la calle, intentando desviar la mirada de sus ojos inquisidores.

— ¿Quieres tomar algo? Pareces cansado... ¡Venga! Te invito a algo, así podremos hablar un rato— fueron las palabras que usó para devolverme bruscamente a la realidad de la que estaba intentando escapar. Tan sólo pude asentir con la cabeza, y comenzamos a caminar calle abajo—. Cualquiera diría que no te alegras de verme— volvió a decir ella, ante mi incómodo silencio.

— Perdona, es que me ha resultado extraño encontrarme de nuevo contigo, aquí, ahora, y no sé si despertaré de un momento a otro— era incapaz de pensar en algo coherente a estas alturas. Sencillamente, era demasiado doloroso. Estaba junto a mí la hermana pequeña de Claudia. De alguna manera, no podía dejar de sentirme incómodo. Era una estupidez, era consciente de ello, pero... ¡mierda! No podía evitarlo. ¡Joder! Yo no hice nada, ella no era Claudia, pero esos ojos...—. Bueno, ¿y qué tal estos cuatro años en Holanda?

— Cinco, y en Bélgica— se limitó a responder mientras abría una pequeña puerta con cristaleras, y pasaba al interior de un pub bastante solitario.

— Cinco... cómo pasa el tiempo— en ese momento fui más consciente que nunca de lo rápido que puede llegar a pasar el tiempo, sin cumplir con su misión de borrar los recuerdos que desearías poder extirpar de tu interior, aunque fuera usando una simple cuchara. Maldije mil veces al tiempo, por llevarse de forma tan rápida unas cosas, y por dejarme con su doloroso recuerdo para mi eternidad.

— Me licencié el año pasado, y he regresado a casa. Tenía ganas de volver. Echaba esto de menos. Allí es todo tan diferente...— hizo una pausa mientras le pedía al camarero un par de bebidas. Diferente. Allí era diferente. Es lo que acababa de decir: allí todo era distinto. En ese momento, lo hubiera dado todo por irme inmediatamente a Bélgica. Yo también quería estar en un lugar diferente. Pero no me sentía capaz.

— Yo hoy iré a una entrevista de trabajo. Es una multinacional que acaba de instalarse por aquí. Creo que será mi gran oportunidad de tener un trabajo decente. Por eso no podía dormir— mentí, a la vez que le daba las gracias al camarero, y movía el vaso intentando ahogar los cubitos de hielo.

— Todo irá bien, seguro que lo consigues. Por cierto, aún no me has preguntado cómo sabía que estarías allí— fijó su mirada en mí, mientras bebía despacio. Cierto era que, últimamente, mi vida no era muy normal. Aún menos normal que antes, quiero decir. Pero se me había olvidado completamente el hecho de que caminar a las tres de la mañana un día como hoy no era algo que hacía habitualmente la gente. Mi vida comenzaba a ser cada vez más horrible que antes, por el mero hecho de no darme cuenta de detalles como ese. Pero una cosa estaba clara: no volvería a ver a aquél capullo que se hacía llamar psicólogo.

— Bueno, supongo... supongo que no suelo ir a muchos sitios últimamente— dije, siendo consciente el instante posterior a terminar la frase, de la estupidez que acababa de decir. ¡Joder! Eran las tres de la mañana, nadie espera una respuesta interesante a nada a estas horas. ¡A la mierda! Levanté el vaso y bebí todo lo que pude. Cuando bajé la vista, me pareció ver que una fugaz sonrisa acababa de desaparecer de sus labios, pero no estaba seguro.

— Ven, vamos a bailar— tiró suavemente de mis brazos sin darme tiempo a resistirme. Me sentía estúpido, confuso, y totalmente perdido. No sé cuál de las tres cosas me daba mayor terror. Mi corazón comenzó a latir cada vez más rápido, Sentía la imperiosa necesidad de salir de allí. Me costaba respirar, y comenzaba a tener calor. Estaba ardiendo. Comencé a retroceder a tientas. Necesitaba aire, aunque fuera el abrasante calor de una noche de verano. Necesitaba espacio. Lo necesitaba ya.

No recuerdo cómo llegué afuera. Estaba sentado en la acerca, respirando lentamente. Ya volvía a ser parte del mundo, de un mundo que no era mi pesadilla. Oí un coche frenar. Estaba otra vez en la realidad, para bien o para mal. Oí unos pasos acercarse de forma apresurada. Era un bonito sonido.

— ¿Estás bien? Estaba preocupada, parecía que te ibas a caer de un momento a otro. ¿Quieres que te acompañe a casa?— su voz sonaba acelerada, y pude vislumbrar un atisbo de temor. Pero no supe distinguir hacia quién era el temor.

— Lo siento... no me sentía bien. Me estaba mareando. Debe ser agotamiento, no te preocupes— volví a mentir una vez más.

— Espera, llamo a un taxi, y te acompaño a casa— me secó el sudor con un pañuelo de tela. Era extraño ver estos pañuelos hoy día por aquí. Olía a perfume, y era suave, de color azul pastel. Seguramente sería belga. Volví a oír los pasos nuevamente, esta vez alejándose, llevándose consigo el dulce aroma, dejándome en mi soledad, otra vez.

No sé cuánto tiempo pasó. No debió ser mucho, vivo cerca de allí, y en coche no deben ser más de cinco minutos, pero me pareció toda una eternidad. ¿Por qué me inquietaba tanto su presencia? ¿Quizás serían remordimientos? Pero... ¿de qué? ¿de no haber muerto yo también? Mierda, otra vez no... Ya quedó claro que no era culpa mía, no era culpa mía... Entonces... ¿por qué no lo siento así? Por fin el taxi se detiene. Hemos llegado. Necesito dormir, necesito descansar, pero lo que realmente necesito, es olvidar.

— ¿Tienes mi número?
— ¿El de casa?
— Sí, aún no tengo móvil. Mañana compraré una tarjeta.
— Sí, lo tengo.
— Llámame luego, quiero saber cómo te ha ido la entrevista.
— Lo haré, descuida.
— Si no llamas tú, llamaré yo.
— Tranquila, no se me olvidará. No se me... olvidará.
— Adiós— se giró rápidamente, y marchó escaleras abajo. Sus pasos volvían a resonar en el silencio de la noche. Un sonido de pasos que no podría olvidar en los próximos días.

Estaba de nuevo en mi casa. Era mi fortaleza y mi prisión al mismo tiempo. Necesitaba estar en ella, pero quería irme y no volver jamás. Era todo tan confuso... Contemplé mi cama deshecha. Me estaba llamando. Me susurraba al oído. Miré el despertador, no marcaba las cuatro y media aún. Necesitaba dormir, cada vez quedaba menos para mi entrevista de trabajo. Necesitaba ese trabajo. Necesitaba empezar mi vida otra vez más. Abracé mi almohada, y ella me acarició, hasta que me rendí al sueño, que sonrió al verme de nuevo.
Escrito por antemil @ 3:31 p. m.   7 comentarios
El fin del crepúsculo. Capítulo 2.
Abrí los ojos despavorido, mientras mis manos se aferraban a las sábanas. Otra vez esa horrible pesadilla. Estaba bañado en sudor y mi corazon parecía querer salirse del pecho. ¿Cuándo sería capaz de olvidar lo ocurrido? Habían pasado casi 6 años de aquello y todavía no lo había superado. Lo peor era que cada vez que se repetía el sueño algunas cosas iban cambiando, haciéndolo aún más raro y fantasmagórico. La realidad era suficiente dura como para no necesitar adornos de manos que se mueven o vírgenes que gritan de terror. Mi psicólogo sacaría las mismas conclusiones de siempre si todavía tuviera dinero para pagarle: que esas imágenes monstruosas no son más un intento de mi mente de racionalizar un hecho incomprensible.

Las 3 de la mañana, debería intentar conciliar el sueño para estar descansado para la entrevista de trabajo. Después de casi dos años de vagar de una empresa a otra, había conseguido una entrevista en una multinacional que acababa de afincarse en Granada. No, no conseguía dormirme, estaba demasiado nervioso y la sombra de aquel botellón todavía flotaba en mi mente. Me levanté y me metí en la ducha. Un paseo me ayudaría a calmarme.

Dejé que mis pies eligieran el camino e intenté aclara mis ideas. ¿Por qué no me iba de esta ciudad? Cada esquina, cada bar, cada plaza, me recordaba a mis amigos... Era extraño, a algunos de ellos no los soportaba mientras vivían, pero otros habían marcado tanto mi vida que no podría olvidarlos nunca. Claudia, todavía era capaz de recordar su mirada nublada cuando me agaché a comprobar si seguía viva, su respiración entrecortada,... NO. ALTO. No es esto lo que necesitas.

Giré la esquina y la vi. La puerta de la Justicia. Mientras avanzaba hacia ella miré hacia la acequia, esperaba tanto verla roja, que me resultó extraño ver cómo el agua bajaba clara reflejando la luna a su paso. Cuando llegué a la plaza no pude evitar aguantar la respiración, había una vela encendida cerca del rincón donde se marchitaban las flores que había puesto yo la semana pasada. ¿Quién la habrá encendido?

Oí un ruido a mi derecha y me aparté sobresaltado, con tan mala pata que mi zapatilla se hundió en un adoquín roto y caí de culo al suelo. Una mano me ayudó a levantarme sin que pudiera percibir de su propietario más que era bajo y de complexión pequeña. Me incorporé con dificultad y me volví a agradecerle su ayuda al misterioso visitante. Me quedé helado.

La luz le daba de lleno en el pelo largo y ondulado, de un color negro azabache que parecía confundirse con la noche que nos rodeaba. Su ropa también era negra, larga y gruesa, demasiado para una noche de verano. Pero lo más sorprendente de todo eran sus ojos, grandes, verdes y llorosos. Los mismos ojos de Claudia... pero ella era castaña y más alta... y estaba muerta.

-Hola, sabía que te encontraría aquí - dijo la misteriosa aparición-. No te acuerdas de mí, ¿verdad? Soy Marta, la hermana pequeña de Claudia. Acabo de volver de Bélgica.

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Ideas para el siguiente: ¿qué hace Marta allí? La entrevista de trabajo es en menos de 6 horas y necesita dinero urgentemente.
Escrito por Miauz @ 2:08 a. m.   6 comentarios
jueves, junio 29, 2006
Capítulo 1. Botellón.
Miré hacia la virgen de piedra. Estaba situada entre una llave y una mano grabadas en la roca. Luego miré a mi cubata. Sólo quedaba hielo mezclado con restos de whisky. Tiré el contenido a los setos y cogí la botella. Por el rabillo del ojo vi como Elena y Ernesto se enrollaban. En el banco de enfrente Claudia y Tomás hablaban del concierto. Yo iba a ir con ellos. Alan Parsons Project. Tenía que currar y no pude. Llevaba meses esperando ese concierto. Y la hijaputa de mi jefa se le ocurrió adelantar el proyecto al día siguiente. Seguro que lo hizo para joderme.

Fui generoso con el whisky. Cogí la botella de Coca Cola y la abrí. El gas hizo que se derramase por mis pantalones. Lo que faltaba. Todos se rieron mucho. Divertidísimo. Me levanté y sin decir nada me largué con el vaso de plástico en mi mano.

Empecé a bajar la cuesta hacia la puerta de las Granadas. Estupendo sitio para hacer botellón, dijeron, lejos de la policía. En cierto modo tenían razón. Era un lugar precioso para emborracharse. La Puerta de la Justicia iluminada por los focos haciendo honor al nombre de fortaleza roja. Alhambra. Luego tendría que ser yo quien recogiese la basura que ellos dejasen. Como siempre.

Pensé en Claudia. La amaba más que nunca había amado a nadie. Ahora Tomás estaría flirteando con ella. La tenía en el bote, desde luego. Luego se la follaría y la dejaría tirada. Y yo sería su paño de lágrimas. Siempre era igual. Había pasado la frontera entre amigo y posible novio. Seguí bajando la cuesta, atravesando los focos de luz y oscuridad que se alternaban. El agua descendía junto a mí por la acequia. Llegué a la Puerta de las Granadas y la atravesé. Pensé en la llave y la piedra. La leyenda decía que si la mano cogía la llave Granada volvería a ser poseída por los árabes. Y que por eso había una virgen en la hornacina de piedra entre ambas. Muy científico todo. Sonreí.

Junto a la puerta había un callejón oscuro que daba a un descampado. Un descampado sin construir. Increíble. Me detuve y miré al callejón. Un vagabundo me sonrió. Llevaba un turbante. Le devolví el saludo y seguí andando. Me llevé la mano al bolsillo y lo noté vacío. El móvil. Mierda, se lo había dejado hacía diez minutos a Elena para enviar un sms a su compañera de piso. Me la quería presentar. Pero ya tenía suficientes conocimientos sobre ella. Era gilipollas.

Giré sobre mis pasos hacia la puerta. El vagabundo ya no estaba. No recordaba que la Puerta estuviese tan bien cuidada, la recordaba llena de graffitis y hierbajos. Se notaba que estábamos en campaña electoral. Volví a cruzar la puerta y respiré hondo. El aire se notaba distinto. Supuse que el whisky ya estaba actuando en mi cabeza con la misma fuerza que en mi hígado. Mientras subía por la cuesta pensé en que dirían cuando me viesen. Aburrido. Rajao. Aguafiestas. Ya me lo habían dicho otras veces. Al menos el gilipollas de Tomás. Ya podría desaparecer de mi vida, que me iba a dar lo mismo. Por lo visto iba por ahí diciendo mentiras sobre mis gustos sexuales. Típico de él, volcar sus frustraciones en los demás.

Seguía caminando entre los focos alternos de luz y oscuridad proyectados por las farolas. A mi izquierda el bosque emitía los sonidos de una noche veraniega. Grillos, el frotar de las hojas, alguna ardilla insomne, el agua discurriendo por la acequia... Pero había algo más. Entonces escuché el grito.

Un grito que no era de este mundo. O al menos eso me pareció a mí. Me quedé helado. No podía moverme. Da la vuelta y corre. Mi primera reacción fue girar sobre mis pasos y huir hacia la puerta. Tranquilízate. Es tu imaginación. Cuando recobré la respiración las piernas me temblaban. Me aparté hacia un banco resguardado de la luz y me senté. Un gato, seguro que era eso. Menos mal que los del grupito no me habían visto. No habría soportado que Claudia me viese haciendo el gilipollas una vez más. Volví a iniciar la marcha, mientras el corazón iba disminuyendo su compás. La larga marcha. No iba a llegar nunca a la cima.

Miré a la acequia. El agua proseguía su viaje de camino a las alcantarillas. Recordé que hace años intentamos taponarla con piedras y ramas, pero no lo conseguimos. La corriente se filtraba por nuestra sólida construcción en su corto viaje hacia las alcantarillas. Era un murmullo relajante. Entonces me di cuenta del color. Roja. El agua era roja. Y yo sabía de donde provenía esa coloración carmesí. Venía de la puerta, donde ya no se escuchaban las risas de los otros.

Debí de haber girado sobre mis pasos y bajar la cuesta de nuevo para no volver más. Pero seguí subiendo sin predecir lo que me iba a encontrar. Cuando giré la esquina les ví. Estaban muertos. Dios, cuanta sangre. Y los ojos. Abiertos en una horrible expresión de puro terror. Todavía tenía el cubata en la mano. Y entonces miré a la virgen de piedra. Estaba en el umbral de la puerta. La boca abierta como en un grito silencioso. Arriba, la mano tenía cogida la llave.


La puerta de la muerte (con gente)
Escrito por Ferguson @ 7:19 p. m.   17 comentarios
El fín del crepúsculo.Capítulo 0: Punto de partida+Preámbulo
Con el fin de organizar un poco esto, y aunque esto correspondería a Ferguson que es el que empieza la historia, vamos a establecer algunas bases de la historia.

Lugar de partida: Granada
Ideas de la narración: Contado en primera persona, misterio, asesinatos, viejas leyendas.
Personaje principal: el narrador, nombre a elegir, sexo... pues teniendo en cuenta que empieza Ferguson, calculo que será un tío. El carácter tiene que ser establecido en el primero capítulo y hay que intentar ser fiel a él.
Entorno: Estamos en el siglo XX o XXI (actualmente), una sociedad como la que tenemos, nada de cosas raras.

Preámbulo: Granada es una ciudad llena de historia debido a la multitud de civilizaciones que han vivido en ella. La que más ha influido en la ciudad fue, sin duda, la civilización árabe que vivió hace más de 500 años en la ciudad y cuyos rastros son todavía visibles en todos los rincones de la ciudad. No existe granadino que no ame la Alhambra como insignia de la ciudad ni persona que haya paseado por sus calles sin fijarse en ella.
Muchas y muy variadas son las historias que circulan alrededor de este "Castillo Rojo". Una de tantas es aquella que se conoce como la leyenda de la Mano y la Llave. Se refiere a una mano y una llave que están talladas en la mayoría de los arcos de entrada y salida a la ciudad de la Alhambra y dice así: "En el momento en que la mano atrape la llave, será el principio del fin del Reino de Granada".
Escrito por Miauz @ 6:48 p. m.   0 comentarios
Unas poquitas reglas
Aunque el anarquismo es una opción a la hora de organizar a un grupo de gente, creo que lo mejor que podemos hacer es establecer un par de normas antes de que nadie empiece a escribir y así nos curamos en salud.

Sobre el blog
  • Todo el mundo es libre de modificar la plantilla, siempre que guarde (en la cabeza o en un txt) un backup de la versión previa por si la opinión de la gente es contraria al cambio.
  • Se puede añadir a gente como escritores, pero tampoco hay que saturar esto... y sería conveniente que fuera un consenso, que se opine entre todos y eso,... salvo los usuarios iniciales que ya sabeis todos quienes son.
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Posts (capítulos)
  • Cada post es un capítulo. En el título se pone el nombre de la historia y el número del capítulo (y un nombre del capítulo opcionalmente).
  • Sólo la persona que escribe un capítulo lo puede modificar, indicando (con colores) las modificaciones. El resto puede sugerir cambios en los comentarios del capítulo.
  • El siguiente por escribir lo solicitará en los comentarios del capítulo actual.
  • El turno de escritura debe ser cada uno un capítulo hasta el final del grupo de gente y vuelta a empezar si fuera necesario, round robin de ese. Si alguien no quiere escribir, que lo indique claramente y su turno pasará al siguiente.
  • Cada capítulo tiene que intentar seguir la trama del anterior y, excepto el último, dejar abierto el final para que se pueda continuar
  • Se indicará el último capítulo por parte del escritor del mismo.

Comentarios
  • Serán constructivos.... bueno, unos poquitos destructivos también :D
  • No se usará friki como insulto.
  • Los podrá hacer cualquier persona que lea esto, así que decidle a la gente que nos sindique.
  • No atacarán al escritor personalmente, sino a su obra.
Bueno, pues si se os ocurre algo más, decidlo. Si no... ¡¡que empiece el show!!
Escrito por Miauz @ 1:51 p. m.   8 comentarios
lunes, junio 26, 2006
Erasé una vez... (el principio)
La idea es hacer un blog para que contemos pequeñas historias entre todos. Ya estableceremos las condiciones de cada historia antes de empezarla, como limitar la longitud de cada capítulo, el número de capítulos, las veces que puede escribir cada uno...
Ya veremos cómo sale esto.
Un besote,
Escrito por Miauz @ 11:24 p. m.   3 comentarios
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